jueves, 30 de julio de 2015

Alicia en las ciudades




Phil Winter: La he liado. Ha sido un viaje horrible. En cuanto sales de Nueva York ya nada cambia, todo se parece. Ya no te puedes imaginar nada más, y sobre todo ya no te puedes imaginar ningún cambio. Hasta yo me volví extraño. Sólo podía imaginarme que aquello seguiría siendo así. A veces, por la noche, pensaba que al día siguiente daría la vuelta. Pero seguí conduciendo, escuchaba esa radio fanfarrona. Por la noche, en el motel, que era igual que el día anterior, veía esa TV inhumana. Me quedé abatido.

Angela: LLevas mucho tiempo así. Para eso no hacía falta viajar por EE. UU. Uno se queda abatido ccuando pierde el sentido de sí mismo. Y lo perdiste hace tiempo. Por eso siempre necesitas pruebas, pruebas de que aún existes. Tratas tus historias y experiencias como huevos crudos. Como si sólo a tí te pasaran cosas. Por eso no dejas de hacer fotos. Para tener algo palpable. Otra prueba más de que eres tú el que ha visto algo. Por eso has venido aquí. Para que te escuche alguien. A tí y a tus historias que, al fin y al cabo, te cuentas a tí mismo. Pero eso a la larga no sirve.

P.W.: Es verdad. Hacer fotos es una especie de prueba. Esperando a que se revelara una foto, a menudo me asaltaba una inquietud. No podía esperar a comparar la foto con la realidad. Pero la comparación no acababa con mi inquietud, porque la realidad siempre las superaba...

A.: No puedes quedarte aquí.

P.W.: ...sólo aumentaba mi obsesión por hacer fotos.

A.: Has perdido el norte de verdad. no quiero que te quedes, ¿me entiendes?

P.W.: ¿Qué? ¿Lo dices en serio?

A.: Sí, amigo mío. No puedo ayudarte. Me gustaría consolarte.

P.W.: No lo entiendo.

A.: Yo tampoco sé cómo vivir la vida. A mí tampoco me lo han enseñado. En esta ciudad, cuando llegas a un cruce, es como si llegaras a un claro del bosque.


'Alicia en las ciudades'
('Alice in den Städten', Wim Wenders 1973)